15 de noviembre de 2022

¿Es el momento de pasarse al Prêt-à-porter?



Estamos en el siglo XXI y estamos acostumbrados a obtener lo que necesitamos o deseamos en un tiempo corto de plazo, por no decir de forma inmediata.

Esta primera reflexión contrasta con uno de los principales males de los procesos de acceso a la función pública, el incalificable espacio de tiempo necesario desde que se produce la necesidad - vacante - hasta que ésta es satisfecha - cobertura reglamentaria -. 

Un plazo de tiempo que conlleva situaciones tan disfuncionales como tener que recurrir a un personal temporal en el que se tiene que invertir en su selección y formación para luego, en teoría, prescindir de él, o como que una vez incorporada la persona el puesto pueda ya no ser necesario o precisar un cambio en su perfil.

Para visualizar mejor este disparate, solo entendible en términos de procedimiento administrativo y criterios de seguridad jurídica, voy a proponer dos comparaciones: La compra de ropa y de un vehículo.

La ropa. 

Hasta los años 70 de la pasada década eran habituales las modistas y los sastres. Profesionales que confeccionaban la ropa que se utilizaba en las ocasiones especiales, aquella que no heredábamos o que no confeccionaban nuestras madres y abuelas a base de patrones, telas, agujas, ovillos de lana... Tomaban medidas, proponían cortes, tejidos....y daban un plazo para venir a realizar las primeras pruebas. 

Indudablemente, con los plazos y costes que se manejaban, para el común de los mortales este tipo de confección estaba reservada a grandes acontecimientos y siempre que se contase con plazo suficiente desde el encargo hasta la previsión de su uso.

En los años 50, en Francia, había surgido el Prêt-à-porter, expresión francesa que significa textualmente Listo para llevar. Suponía la producción de prendas en serie con patrones que se repiten en función de la demanda. Es lo contrario a la Haute couture, ropa hecha a medida por grandes modistas, y con bastante frecuencia, de diseño exclusivo.

En el ámbito de la selección nuestra situación es, para el acceso a la condición de funcionario de carrera, un proceso de "haute couture", mientras que para el personal interino, especialmente en categorías de mucha movilidad y gracias a los sistemas de lista de contratación, puro Prêt-à-porter.

Hoy en día existen pocos profesionales - y los que hay son muy exclusivos - que confeccionen a media y si muchas opciones de acceder a una ropa que se adecúe a las necesidades y gustos del cliente.

Nuestra "alta costura en selección de personal" es utilizada para todo tipo de puesto y tan eficiente como encargar el traje para celebrar la obtención de la plaza y no poder estrenarlo hasta la fiesta de despedida por jubilación.

El automóvil

Si recurrimos al ejemplo del mercado del automóvil podemos visualizar también estos dos modelos de venta. La alta costura, construir el vehículo una vez se ha vendido, con las concretas especificaciones del cliente, y el Prêt-à-porter, llevarse uno de los modelos existentes en la red de concesionarios. 

Si bien la opción personalizada, construir el vehículo con las especificaciones personalizadas, permite un producto mas ajustado y a pesar de ser un proceso industrial altamente eficiente, supone meses de espera. Es una opción adecuada si deseamos cambiar de coche y podemos esperar a que llegue porque el actual sigue dando servicio, pero inadecuada si nos hemos quedado sin el vehículo que necesitamos.

El problema es que nuestra ineficiente "industria del automóvil administrativa" nos facilitaría nuestro flamante vehículo diésel coincidiendo con la entrada en vigor de la prohibición de su circulación.

¿Y el acceso a la función pública? ¿Prêt-à-porter o alta costura?

En base a las reflexiones anteriores, mi propuesta es que la mayoría de los puestos, aquellos que están estandarizados, normalizados, se cubran por un sistema de "Prêt-à-porter", lo que implicaría que las personas interesadas en acceder al empleo público estuviesen evaluadas y certificadas en las competencias de estos puestos por entidades especializadas antes de que se produjese la necesidad (vacante) de forma que la selección se realizase, no por convocatoria, si no por selección entre las candidaturas ya evaluadas. 

Si nos inclinamos por la alta costura, el traje a medida, posiblemente adecuado para determinados puestos de alto valor añadido habría que trabajar en dos direcciones:
  • Proactividad, anticipación. Al contrario que se hace actualmente - primero se genera la vacante, luego se incorpora a una oferta  y posteriormente hacemos la convocatoria -, estas convocatorias deberían iniciarse antes de que se produzca la necesidad para que la personas esté seleccionada para cuando sea necesaria su incorporación.
  • Eficiencia. Estos procesos deben ser mas eficientes, quizás pudiendo realizarse procesos específicos a partir de una preselección de candidaturas a través de los sistemas de evaluación y certificación propuestos.
¿Estamos preparados para evolucionar en nuestro sistema de acceso al empleo público?

2 comentarios:

  1. La comparativa entre trajes hechos a medida -sastres- y elaborados en serie y listos para llevar -pret a porter-, para diferenciar la forma de acceso a la Administración entre funcionarios de carrera e interinos, me parece afortunada. A partir de ahí, el problema es que los teóricos modistas - funcionarios de carrera- acaban aburridos por la rutina, los encargos en masa y la falta de incentivos y convertidos en dependientes de gran almacén de ropa o trabajadores de confección en serie.

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    1. La propuesta va mas allá. ¿Se puede organizar el sistema de acceso en modo "pret a porter" para la mayoría de las necesidades de la administración, tanto temporales como de carácter definitivo?
      Los encargos en masa y las rutinas deberían dejarse a los procedimientos administrativos automatizados (administración electrónica en su concepto mas amplio) y a la Inteligencia Artificial (IA). Las personas deberían, entiendo, dedicarse a las personas y a los procesos de alto valor añadido. Ha pasado en la industria y en los servicios. ¿Por qué no en la administración? ¿Hay, quizás, miedo a perder nuestras rutinas, nuestra razón de ser en la organización? ¿No seremos los propios empleados públicos los reticentes a salir de las rutinas, a cambiar las formas de trabajar, a buscar soluciones nuevas a problemas antiguos?. Gracias por compartir.
      Gracias por compartir.

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